“Los días más importantes de tu vida son el día que naces y el día que descubres para qué”
“Todo empezó a mis 18 años cuando era estudiante de ingeniería civil de la UMSA, llegué temprano a dar un examen y al bajar del auto vi como 25 a 30 niños salían de dormir de la estatua del soldado desconocido, todos se fueron corriendo menos Joaquín un niño de 7 años que se quedó sentado en la acera”, así comienza Claudia Gonzáles a contarnos su historia de vida, una vida dedicada a los más pequeños que vivían en situación de calle.
Claudia es mamá de Nicolás de 26 y Sofia de 15 años. Es fundadora y directora de una de las fundaciones más reconocidas del país: la Fundación Alalay, que ha cambiado la vida de cientos de niñas y niños menos favorecidos.
"Me acerqué hablar con él y le pregunté donde dormía y vivía, me dijo que en la calle. Lo invité a desayunar y me contó que no conoció a su papá, su mamá lo maltrataba y lo dejó con su abuela, la cual murió y como no tenía para pagar el cuarto tuvo que irse a vivir a la calle”, y continua: “Le di mi teléfono y le mostré donde estudiaba, le dije que quería ayudarlo y a partir de ese día empezó a llamarme en las noches y a contarme su dia, después de dos semanas apareció en la universidad para contarme que le habían robado sus zapatos, le compré ropa y zapatos y lo invité a vivir en mi casa. Mi familia lo acogió y a partir de la vida de Joaquín y de su historia salgo a las calles a buscar más niños que vivían en las calles”
En 1990 ya apoyaba a un grupo de 70 niños que llegaban a las 12 de la noche al ex zoológico cargando periódicos y cartones, hacían una pelota de basura y bolsas nylon, jugaban futbol y se subían a dormir a los árboles. El mismo año se reunía con ellos, estrecharon lazos de amor y confianza, los inscribió al colegio (un 70 % de ellos aprobó el año escolar viviendo en las calle). Tres años tarde crea la Fundación en el centro de la ciudad y lleva a 40 niños de los más pequeños a vivir a esta casa para comenzar un Hogar y una familia llamada ALALAY. Actualmente apoyan a más de 5 mil niños y niñas por año en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.
Considera que el logro más importante en su vida es poder servir a los demás, facilitando oportunidades a miles de niños que atravesaban situaciones difíciles y de abandono y asegura que todos llegamos a este mundo con un propósito y con dones para poder realizar nuestra misión, la vocación no es algo a descubrir sino a construir donde intervienen la conciencia, la voluntad y la autoreflexion, es dejar el temor que te frena y paraliza para reconocer tu potencial y tomar un compromiso de vida.