A sus 36 años cuenta con una trayectoria de más de 10 años de experiencia en diversas áreas de la industria forestal, donde pudo ver el potencial de variedades de madera en Bolivia. “Noté el desperdicio frecuente de las piezas, por eso decidí invertirles tiempo, esfuerzo y creatividad para convertirlas en auténticas obras de arte, desarrollando una marca que se compromete con la calidad, la preservación del medio ambiente y la responsabilidad social a través de múltiples proyectos internos y alianzas estratégicas en RSE”, nos dice seguro del aporte que hace a través de emprendimientos como este.

“Involucrarme en los procesos de la madera, desde su ingreso como materia hasta su salida como producto final, representó mi mayor oportunidad para contribuir a este proyecto desde la perspectiva del productor, respondiendo a las demandas de un mercado competitivo que valora la calidad y el compromiso ambiental”, nos cuenta al momento de hablar de las oportunidades que supo aprovechar y en cuanto a los desafíos nos dice: “la informalidad y la falta de información sobre el manejo de nuestros recursos naturales. Emprender en este rubro no solo implica una base estética o disciplina laboral. Es prioridad el conocimiento de cada especie para su tratamiento, para destacar sus bondades y presentar productos con estándar de excelencia”.

En mediano plazo está enfocado en promover internacionalmente nuestra madera con acabados de primera calidad que se destacan en cada pieza de ARA y en el largo, fomentar el talento en el sector, con productos innovadores que conserven nuestra esencia. Finalmente, aconseja a los jóvenes que comiencen desde su posición actual. “Hagan lo mejor que puedan con lo que tienen, y verán cómo el camino se va abriendo paso. Cada pequeño avance les dará mayor motivación. Construyan su propia historia, créanse su cuento”.